miércoles, 24 de febrero de 2010

RESPONDEN LOS HECHOS

23 MINUTOS BASTAN PARA COMPRENDER 23 AÑOS DE SILENCIO

HUELLAS DICIEMBRE 2009

Un hombre belga cautivo de un diagnostico erróneo. así se yerra hoy acerca de la naturaleza de nuestra humanidad

Rom Houben es un hombre belga que, durante 23 años, se quedó atrapado en su cuerpo a causa de un accidente de coche, sin poder mover ni un solo músculo. Los médicos le diagnosticaron el estado de coma, mientra que él estaba en condiciones de darse cuenta de todo lo que ocurría en su entorno. Cada día escuchaba al equipo médico y veía a los que iban y venían alrededor de su cama. Su madre insistía en hablarle, siempre convencida de que él la pudiese escuchar.
Cuando su madre le dijo que su padre había muerto, Rom no pudo llorar. Sólo pudo escuchar. Su madre y su hermana intuían que Rom estaba presente, pero todos (los médicos, los especialistas, los fisioterapeutas y los logopedas) creían que el paciente estaba en un estado vegetativo permanente.
En un momento dado, su madre contactó con un experto en equipos informáticos adaptados a personas con parálisis. Éste se acercó a la cama de Rom con su maquinaria. Cuenta la madre: «Queríamos hacerle apretar el ratón. ¿Pero cómo? Estaba tendido en la cama, con muchos espasmos y no podía controlar los movimientos. El doctor vio que él estaba moviendo su pie derecho. Pusimos el ratón bajo su pie, y empezamos a incitarle: “Venga, Rom, empuja. ¡Empuja!”. Y él empujó. El ordenador dijo: “Yo soy Rom”».
Después, un neurólogo que investiga la condición neurovegetativa realizó una visita más detallada y descubrió que el cerebro de Rom Houben funcionaba de manera casi normal.
Ante un hecho así, ¿cómo dudar de que en el mundo exista alguien que nos ama con un amor sin medida?
Indudablemente la historia de Rom suscita preguntas importantes en el plano ético y moral respecto a la capacidad de la sociedad civil para emitir juicios en materia de vida y muerte. A menudo los debates sobre estas cuestiones me abocan a una confusión moral en la que reboto como una pelota de una postura a la contraria.
Pero hay un modo de evitarlo. Es tumbarse en una cama, no digo durante 23 años, ni siquiera 23 días, quizás basten tan solo 23 minutos, y pensar en la vida de Rom Houben. Imaginar su situación, sus pensamientos, los que podemos intuir en algunas frases sacadas de una entrevista a Der Spiegel, realizada utilizando un ordenador adaptado con el fin de que Rom pudiera escribir.
«Me sumergí en mis sueños», escribe.
«Gritaba, pero no había nadie que escuchara».
«Con el pensamiento viajaba por el pasado o me imaginaba una existencia completamente distinta».
«Yo era sólo la conciencia que tenía de mí mismo, nada más».
La historia de Rom Houben es una historia de nuestro tiempo, el más peligroso y preocupante para la humanidad desde que el hombre existe. En su vida podemos ver quizás la imagen más extrema que podamos pensar de la vida de cada uno de nosotros, atrapados como estamos en culturas que parecen no entender la naturaleza de nuestra humanidad, incapaces de oír las palabras que somos incapaces de pronunciar.

sábado, 6 de febrero de 2010

El siguiente es un extracto de la carta enviada por el secretario general de la Asociación Cristiana de Jóvenes en Haití a sus colegas del mundo:

La situación general en Haití sigue siendo caótica para los más pobres. Todos siguen durmiendo, comiendo y haciendo todo lo demás a la intemperie. Los afortunados duermen en su patio o en el de sus amigos y viven incómodos pero con decencia, mientras que los demás invaden las calles, los parques y cualquier otro espacio abierto. Es una escena triste. Se estima el movimiento migratorio en 1,5 millones de los que 1,2 millones van de Puerto Príncipe a otras ciudades dentro de Haití y los restantes 300.000 han abandonado el país rumbo a EE.UU., Canadá, Francia y la República Dominicana. La comida empieza a escasear y es cara, en pequeñas regiones que no tienen capacidad para absorber una gran población y no reciben donaciones. Acabo de ver eso en Camp-Perrin. El tejido social está cambiando ante mis ojos, y lo mismo sucederá con la seguridad de muchas áreas que se consideraban seguras incluso en tiempos de conmociones. Han escapado 4600 prisioneros de la prisión nacional de Puerto Príncipe.

De todos modos, en este momento observo una calma general y una actitud de serenidad: la gente hace su duelo y algunos siguen enterrando sus muertos, mientras que muchos, casi como zombis, dan la impresión de soñar despiertos. Sin embargo no logro dejar de pensar en el momento en que la gente despertará de su duelo y, por lo tanto, no me siento cómodo, sabiendo que cada vez que cambia el paradigma de mi país, ¡eso sucede de manera violenta! Predigo problemas y tiempos difíciles por delante. Esta sensación es tan fuerte que casi puedo tocarla. [...]

Este viaje de dos días en Camp-Perrin fue una bendición. La aldea está intacta en un 99%, aunque la gente sufriera un shock fuerte. Creo que la distancia del epicentro y la naturaleza del suelo que es rocoso, sumado a la abundancia de vegetación, junto con construcciones residenciales pequeñas y no pesadas, pudo haber ayudado a que así sea. [...]

Mientras tanto, escribí una carta esta mañana a Oxfam Quebec-Haití, pidiendo una estación desde la cual trabajar, dado que he estado respondiendo a esta crisis desde mi patio o desde mi auto con una laptop. También estoy permanentemente llamando por teléfono a otras ONG por lo mismo. Estoy aguardando ansiosamente su respuesta y la de ustedes. YMCA Haití no tiene posibilidades de dar respuesta a sus empleados y miembros juveniles ni a sus obligaciones centrales y responsabilidades. La razón por la que ustedes tienen la impresión de que la YMCA Haití existe es que yo estoy aportando a ello todos mis recursos personales.

En cuanto a noticias sobre el personal y los voluntarios de la YMCA que no tuvieron tanta suerte como nosotros, la madre de Roges Lamothes finalmente fue encontrada muerta y ayer sus familiares y amigos realizaron una ceremonia funeraria para ella. Frantzi Germain sigue bajo los escombros. Hasta ayer, los técnicos estaban tratando en vano de llegar al lugar donde él y muchos otros quedaron atrapados.

Gracias,
Gwenael Apollon